Los asesinatos, expresión extrema y visible de la violencia patriarcal, es la punta del iceberg de una violencia reiterada y sistemática contra mujeres y niñas, no circunscrita a la esfera familiar ni a las agresiones físicas
Desde el año 2003 hasta hoy han sido asesinadas 606 mujeres por la única razón de vivir en una sociedad dividida en géneros y en clases sociales. Muertes contabilizadas en las estadísticas oficiales por ocurrir en el ámbito de parejas o ex parejas, si bien sólo representan una ínfima parte de la violencia contra las mujeres. Quedan fuera otras conductas que al salirse de la esfera doméstica no son tenidas en cuenta como violencia patriarcal, así se aligeran los datos. Así se propaga que la violencia es fruto de extravíos individuales sin cómplices y bases que la sustentan.
Los asesinatos, expresión extrema y visible de la violencia patriarcal, es la punta del iceberg de una violencia reiterada y sistemática contra mujeres y niñas, no circunscrita a la esfera familiar ni a las agresiones físicas. El menoscabo a la dignidad forma parte de la vida cotidiana de muchas mujeres en la familia y fuera. En el trabajo y en el ocio. Hay todo un conjunto de violaciones contra los derechos de las mujeres, actos y conductas tendentes a ocasionarles daño que en ocasiones culminan con la muerte violenta de las mismas y eso es feminicidio.
La violencia patriarcal estructural y sus múltiples expresiones, incluso los feminicidios, son parte consustancial del sistema de opresión. Por muchas leyes integrales, órdenes de alejamiento y juzgados especiales que se creen, la incapacidad de mejorar la situación es evidente. Las mujeres en la sociedad capitalista y patriarcal somos inferiores a los hombres, ganamos un 30 por ciento menos, hacemos doble jornada laboral, las tareas menos gratificantes, consideradas objetos sexuales por la industria del ocio, con escasa participación en las organizaciones políticas ¿quién puede creer en la igualdad real? ¿Para qué sirven los juzgados y las leyes si en la vida real todo está organizado para la división sexual y la desigualdad entre géneros?
No se puede acabar con la violencia de género sin acabar con las causas que la engendran: la desigualdad, la discriminación, la división sexual del trabajo, la familia patriarcal heterosexual, la desvalorización y la subordinación son causa de los asesinatos de odio misógino y de la violencia hacia las mujeres. Para el capitalismo los beneficios son evidentes, disciplinadas e intimidadas las mujeres por el patriarcado, obtendrá las mayores ventajas de nuestra fuerza de trabajo.
Fuera de concentraciones silenciosas, intimistas y sentimentales, denunciamos la santa alianza criminal del capitalismo y el patriarcado.
¡LUCHA FEMINISTA CONTRA
LA VIOLENCIA PATRIARCAL!
Comisión Feminista del Comité Central del PCPE