domingo, 9 de marzo de 2008

SÓLO LA DOBLE LUCHA, CONTRA EL CAPITALISMO Y CONTRA EL PATRIARCADO, HARÁ POSIBLE LA IGUALDAD

En el mercado de votos que son las elecciones se oye a los partidos del sistema lanzar a través de sus mejores aparatos de propaganda, los medios de comunicación, las “ofertas de la temporada”: más ayudas el empresariado que contrate mujeres, más casas de acogida, más juzgados específicos de violencia de género, más policía, más deducciones fiscales para las madres trabajadoras, más, más, más…

Igualando o superando las ofertas del otro, se pasan la campaña y la precampaña arañando votos de aquí y de allá, buscando atraer a las mujeres al campo propio y alejarlas del supuesto contrario.

El discurso político se transforma, así, en mera propaganda. La concreción de las promesas, a posteriori, en puro juego de camuflaje de un sistema en el que las estructuras patriarcales tradicionales y la ideología que las legitima siguen siendo intocables.

Porque nada hay de cuestionamiento de los pilares del modelo patriarcal en todo ello, como ha puesto bien de manifiesto, por ejemplo, la reciente polémica sobre el derecho al aborto: en un país donde se presume de tener una “Ley orgánica para la igualdad efectiva de mujeres y hombres”, el 95% de las mujeres que aborta ha de hacerlo en clínicas privadas porque el Estado no garantiza, ni de lejos, esa opción. De hecho, la vigente ley de interrupción voluntaria del embarazo coloca en manos de profesionales de la sanidad la decisión de acogerse al tercer supuesto de la ley. De este modo, el control sobre la propia vida de las mujeres, su cuerpo y su maternidad se les usurpa y, en su lugar, se abre el campo a la gestión privada y arbitraria de los derechos. Por eso, se hace imprescindible levantar de nuevo en estos días la reivindicación del aborto libre y gratuito. Y solicitar la despenalización total del aborto y el fin de la persecución contra el personal de las clínicas y contra las mujeres que han decidido interrumpir sus embarazos. El acceso libre a los sistemas de planificación familiar, a los métodos anticonceptivos y la incorporación efectiva de la educación sexual en el ámbito de la enseñanza pública son banderas a alzar una vez más.

Ese doble juego que se expresa tan claramente en el caso de la salud sexual y reproductiva, esa doble moral hipócrita, son los que marcan el día a día de las mujeres también en el resto de aspectos de su vida: en relación con el empleo, con la conciliación laboral y familiar, con la violencia, con el discurso de los medios de comunicación, con la participación política, con la cultura, con la educación…

Por eso se hace imprescindible, otro 8 de marzo más, salir a la calle a gritar bien alto que este sistema necesita de la explotación de las mujeres para funcionar, como necesita de la explotación de la clase para garantizarse su subsistencia. Y, por tanto, sólo desde la apuesta por una subversión total de la estructura social y económica y por una transformación radical de los valores será posible alcanzar la igualdad plena entre mujeres y hombres. Dicho de otro modo: sólo en el socialismo será posible la igualdad. Y sólo desde el desarrollo sistemático y organizado de la doble lucha, anticapitalista y antipatriarcal, será posible la consecución de es mundo libre de explotación para hombres y para mujeres. Hacemos un llamamiento, una vez más, a reforzar nuestro trabajo en esta doble dirección.